Monday, August 22, 2005

La gran familia

Esta es la familia que me ha tocado en suerte. La familia no se elige. Hay un ente o demiurgo que te impone un papá, una mamá y unos hermanos. Hay ilusos que creen que incluso eligen a sus cuñadas. Pero no, Ramstad te impone una serie de cuñadas a las que tienes que aprender a amar. Bien, pues esta es mi familia. En esta familia no hay lazos de sangre, y cada uno somos de un padre diferente. Algunos somos hijos de Juan Luis, otros de Rober y luego están los hijos e hijas de Carlota. A veces pasa alguien con el pasillo y le pregunto a mi hermano, “¿y éste quién es?” y me responde “pues debe ser de la familia, porque come de nuestro mismo plato”. Y a los tres días ya hemos aprendido amarle. Somos una familia moderna, atea, que no sigue las normas del Vaticano. En un principio éramos hijos de dos papás, luego de un papá y de una mamá y ahora somos hijos de dos mamás. No sé si esto nos produce problemas psicológicos en nuestra fase de crecimiento, pero creo que eso no importa porque ocurre que estamos todos bien creciditos y todas nuestras psicopatías vienen de antaño. Pero lo que es seguro es que algunos empeoran, sobre todo cuando se acerca el trimestre. Cada tres meses mamá, papá o la tía se reúne contigo en el cuarto de los ratones para darte uno de estos dos mensajes: uno, que si sigues siendo hijo suyo, o dos: que en realidad eres hijo del butanero y que te largues. Pero todo con muy buen rollo porque hemos aprendido a querernos. “Hijo, no te preocupes, siempre tendrás a Canal 4 para que te adopte”. Eso siempre es un alivio. Porque todos necesitamos el cariño de la familia, tanto, tanto como el salario de fin de mes, o de la segunda semana del mes o de cuando sea que pague Ramstad, el demiurgo. En fin, somos como los Serrano. Y claro, luego ocurre lo que ocurre, que nos queremos acostar con nuestros hermanos y hermanas porque no hay miedo que nos salgan los hijos idiotas. Esto es un “sindiós”. Pero eso es precisamente lo que hace de esta familia algo tremendamente divertido. Estamos tan unidos que las chispas saltan por todas partes. Hay cortocircuitos y apagones. Todavía no ha ocurrido ningún incendio ni para bien ni para mal. Porque estamos tan juntos en un espacio tan pequeño en unas horas tan vespertinas que la relación incestuosa está al caer. El Papa Ratzinger se tira de los pelos cuando piensa en nosotros. Es un exagerado porque, querámoslo o no, seguimos las tradiciones cristianas. Esta familia se reúne diariamente para celebrar la Navidad, y rezamos a la santa audiencia para que todos los miércoles y viernes sea Nochebuena. En esta gran familia, muchos echamos de menos a los chenchos desaparecidos, que se perdieron en una plaza mayor llena de desencuentros. Y yo me siento como el abuelo Isbert que farfulla entre dientes: “Esta maldita vida moderna acabará con la familia”. Y Críspulo responde, “voy a encender un cohete que llegue hasta el cielo para que eso no ocurra nunca”

8 Comments:

Anonymous Anonymous said...

VIVA "LA GRAN FAMILIA". ES MI PELICULA PREFERIDA.

9:27 AM  
Anonymous Anonymous said...

Yo también echo de menos a los Chenchos desaparecidos, muchos de ellos son mejores que los que quedan.

9:28 AM  
Blogger anTón said...

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10:22 AM  
Blogger anTón said...

Acabo de gastar el comodín del público para no convertirme en otro Chencho. ¡Uff!

10:23 AM  
Blogger Andrea said...

Seguro que ya ha habido algún que otro incendio y no nos hemos enterado. Hasta en las mejores familias hay secretos.

10:24 AM  
Anonymous Anonymous said...

un incendido encendido y apagado. teo y judith

10:29 AM  
Anonymous Anonymous said...

Observese la actitud activa de anton tras la pasiva de Iván. ¿Qué estaba pasando mientras se hacia la foto? ¿Ese esfuerzo de anton dónde termina? ¿En Iván?

6:50 AM  
Blogger anTón said...

Hagamos un listado de incendios, Miguel Angel...

6:52 AM  

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