Santa Indiferencia
En un mundo dominado por las pasiones, tengo en mi interior un altar dedicado a la Santa Indiferencia. Le rezo para que me ilumine con una luz transparente en un planeta donde el rojo y el amarillo deslumbran. Todos los días recibo odio y amor y no percibo diferencia alguna entre ambos porque los dos son igual de exigentes. “Te doy, dame pues” es el lema de las pasiones. Es agotador. Una lucha continua por hacer ver el amor por el otro, firmar la cuenta de lo que debes por el amor recibido, el odio por no pagar con la misma moneda, la lucha continua por demostrarte lo mucho que te odian para que les devuelvas el mismo odio y rencor que te dan , cuando es amor de lo que estás sediento. Todos buscamos en los sentimientos una felicidad que sólo se encuentra en la paz con uno mismo, que vive allí, lejos de este infierno de pasiones, en un Cielo Azul de Santa Indiferencia.
4 Comments:
¿es a mí o a Andrea? ¿a quién va dirigido este post?
Esta dedicado a la raza humana. Además vosotros nunca habéis sido exigentes. Vuestro odio y vuestro amor siempre lo he recibido gratis, porque afortunadamente vosotros también tenéis un altar dedicado a la Santa Indiferencia.
Que de vez en cuando domine la pasión está muy bien. Muchas veces hay que dejarse llevar. La indiferencia es acogedora y da tranquilidad pero creo que sólo sirve en determinados momentos. Ser indiferente hacia la vida, el amor o el odio que no es bueno. Los sentimeintos jamás son indiferentes por mucho que queramos.
Aunque es verdad que la indiferencia es Santa pero todo es mucho más complicado.
Tendrás que acostumbrarte a que te amemos. Y los dos sabemos que nunca nos darás demasiado. Y no pasa nada...
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